domingo, 28 de abril de 2013

Juan Carlos Coronel "El espartero"


EL ESPARTERO

   En el cuadrado que forman las cuatro casas más importantes del pueblo, una treintena de hombres, mujeres y chicos esperan. Tam-
bien parece aguardar, un hombre enjuto, vestido de negro, sentado junto a una mesa de madera.
   Por una de las callejas, que desemboca en el cuadrilátero, cuatro jinetes se acercan sin prisas, el hombre de negro se levanta a recibirlos, ademan servil, y sonrisa bobalicona.
   - Siéntese Dº Angel siéntese
   - Pintao, empieza a escogerlos
   El mentado se dirige al grupo, que espera, y con una vara de avellano les indica que salgan de la fila, los elegidos, se acercan a la
mesa, dan sus nombres.
   - Treinta reales es el jornal, ! entendido !
   Inician el camino hacia los campos del “ amo “ hasta que se ponga el sol recogerán el esparto ya granado, comienza un duro día de trabajo, las gavillas se van apilando sobre los carros, a la puesta del sol, se regresa al pueblo, se vuelve a formar la fila, “el amo “ los va nombrando para darles la paga, murmullos, miradas torvas, se dirigen a la mesa.
   - Faltan cinco reales, dice un mozo moreno y fornido
   -Se os descuenta la comida y el vino
   - ¿ a esa bazofia le llama comida ?
   -Pintao aparta a este gañan
El pintao golpea a Pedro con su vara, en el rostro, una mirada de desprecio se pinta en los ojos del hombre de confianza “ del amo “.
Pedro, cabizbajo, se dirige a su mísera casucha, en el camino se encuentra con su padrino.
   -Pedro ven quiero enseñarte algo, ¿ Que te pasa muchacho ?
   - Dº Angel es un ladrón nos ajusto a treinta reales y mire padrino veinticuatro de paga, dice que es la comida y el vino
   -Siempre fue así
   -¿ y hay que resignarse padrino ? Yo no me resigno.
   Entramos en las cuadras del padrino, un hermoso caballo albino , inquieto, cocea sin parar las paredes,
   - Si me domas a esa bestia tuyo es.
   llego a casa, me aseo , y tomo un pedazo de pan con chorizo, me acuesto, estoy rendido. Unos fuertes golpes amenazan con tirar la puerta, me levanto a abrir, “ el pintao y otros tres hombres, me arrastran al patio, me muelen a golpes. La voz de uno de ellos me dice mientras me da una fuerte patada en los riñones, “ asi aprenderás a no ser tan levantisco “
   Quince días después, puedo empezar a caminar, durante ese tiempo, mi cabeza no ha descansado, la rabia, la humillación y las vejaciones, me han dejado un sabor a sangre en la boca. Hablo con mi padrino.
   - Muchacho si haces lo que creo que estas pensando te buscaras la ruina, busca trabajo en El Viso, ó en Arahal, con el caballo puedes ir y volver a diario. Pedro no te manches las manos de sangre.
   Me visto, tomo del clavo de la pared la carabina, dos cartuchos, y la navaja. Monto a “  Viriato “ y salgo en dirección al rio, allí esta,
“el pintao “ con otro, Introduzco los cartuchos, y apunto cuidadosamente, dos tiros, en el vientre de cada uno de ellos.
Vuelvo al pueblo, los cascos de “ Viriato “ resuenan en el empedrado, la calle vacía, y la oscuridad de la noche me amparan. Ato el caballo a la reja, la salto, dejo atrás el jardín, asciendo por una escalera de mármol, tomo de un viejo escudo, una espada corta, entro
en la sala donde Dº Angel esta haciendo cuentas, le doy la espada.
   - Defiéndase voy a matarlo
El hombre palidece, se incorpora derramando el tintero sobre la mesa
   - Defiéndase Dº Angel
El retrocede, los siete mulles de mi navaja anuncian la muerte “ del amo “la hundo en su vientre, los ojos extraviados. un hilo de sangre sale de su boca, y se derrumba.
   Ahora, vago por las montañas, mi cabeza puesta a precio, vivo del robo y el saqueo, acosado, y buscado , mi vida se a convertido
en un constante huir, el buen hombre que pude ser, es ahora el bandolero más buscado de Andalucía, Pedro González “ El espartero”,


FIN

 



sábado, 20 de abril de 2013

María Dolores León "Pero... ¿no te habías ido?


                              PERO…¿ NO  TE HABÍAS IDO…?

Un sobresalto me despierta con los párpados pegados por un presentimiento de angustia
-- Son las 12, ¿a qué hora piensas levantarte, baldragas?
           
            No puede ser ella, hace casi un año que  había partido.

            -- Si, soy yo, gilí.  Abre los ojos de una puñetera vez.  Sé que no duermes.
           
            Por inercia la obedezco.  Allí está,  en su rincón favorito, envuelta en  sus chales, como una araña  en su tela.  Conserva la sempiterna mirada perversa,  con chispitas de azufre.

            --  Pero, ¿no te habías ido…?¿Qué haces aquí?¿Cómo has entrado?
            --¿Tu qué crees…?
            -- Te fuiste hace 364 días. No tienes derecho  a presentarte  en mi casa así, sin avisar,  como si no hubiera sucedido nada.
            -- Oye cretino, esta casa es tanto tuya como mía.  No hicimos separación de bienes, no nos  hemos divorciado.  Ni siquiera me has denunciado por abandono de hogar… Eres un incompetente.
--¿Qué pasa, has aprovechado estos meses  para matricularte en  un cursillo acelerado  de picapleitos matrimonialista?
--  No sé cómo  has sido capaz, tu solito,  de hilar  semejante  frase  presuntamente sarcástica.  Te mantienes fiel a ti mismo: lerdo y vulgar. ¡Y  guarro! Tenía curiosidad por ver la cochiquera en la que habías convertido mi casa. Y digo bien: mi casa.
-- No te consiento que me hables en ese tono,  no te reconozco ningún derecho sobre mi. Tu,  aquí, ya no pintas nada. La casa  la tengo como me sale de los cojones.
-- ¡Huy que mayor…! Pero si eres un consentidor vocacional, so calzonazos.  Eso que te cuelga entre las  patas parece el  pitirrín del Nenuco.  Eras el hazmerreír de la empresa. ¿Nunca te has planteado la razón de que  un   inútil como tú,  conservara el puesto? Se lo debías  a los  trabajitos especiales que el  jefe me solicitaba fuera de hora.  El sí que disfrutaba de cantidad y calidad. Ahora que caigo: hoy es lunes… ¿Por qué no has ido a trabajar?
-- Estoy de baja…  Y te comunico: las señoras quedan   muy satisfechas.
--  Las  sofronizarás previamente  con la peste de la cama y de tu persona.  Esas sábanos  marroncillas, las  recordaba   amarillo limón.  Así que ¿andamos con la  depresión primaveral?  ¡Ay! Que blanducho  eres… Mi madre te caló en seguida: “Ese marido tuyo tiene pinta de mariquita,  siempre quejándose y deprimido.  Hija a ver si con  suerte  se mete una super dosis de lo que sea. Viuda con pensión,  es el estado perfecto de  la mujer…”  ¡Cuanta razón!  Por mi no te prives,  lo que tengas  que hacer cuanto antes mejor…
-- Tu madre era tan bruja y tan zorra como tú. Entre las dos me habéis esclavizado,  machacado, escarnecido, robado, mancillado, ninguneado  y…  y… y más cosas; ahora  no me vienen a la memoria.
-- ¡Ay, pobrecito cuernazos! ¡Quejica de mierda!  Espero que esas pastillas de   la mesilla  sean para un buen fin.  Por una vez,  haz algo útil: quítate de en medio.

No quiero oírla. La pesadilla de tantos años se repite,  punto por punto.  Su risa de hiena, sin compasión,  me taladra el alma.

-- Mi madre  repetía: “ No te hagas ilusiones nena.  En caso de decidirse, optaría por  píldoras, como las mujeres.  No esperes  nada espectacular. En mis tiempos,  aquellos hombres tan machos,  si que sabían suicidarse.  El tiro en la boca nunca les fallaba.  .”
-- ¡Basta, cállate so puta! No te soporto más. ¡Cálla! Regresa  al lugar de donde nunca debiste salir. Satanás te estará echando en falta. ¡Juro por mi honor,e nunca más permitiré  que  vuelvas a torturarme, enviada  del Averno!

 Durante toda mi vida de casado había soñado con decir esas palabras. Ella, pillada por sorpresa,  es incapaz de emitir el “¡imbècil!”, listo para cruzarme la cara.  El flujo de maldad cesa,  interrumpido por la sorpresa.  Su presencia  empieza a fundirse  en la mancha de humedad de la pared.

--  Por cierto, son las 12.30. En este momento se cumple un año de la muerte de tu jefe. Nadie se explicó  como   pudo estrellar el  coche en aquella carretera de La Mancha. A ti  te encontraron en una postura  no muy decorosa para una muerta. Cada cual a su mundo, chica. No te molestes en volver. Te comunico, para tu satisfacción que acabo de  tomar una sublime decisión: voy a vender el piso.  Me iré a Costa Rica. Quiero vivir  una tórrida historia de  amor.

Por primera vez,  yo había  pronunciado  la última palabra.
¡Que curiosa  esa mancha de moho en el techo! Parece una mano cornuda; hasta hoy no había reparado en ella.




18.04.13


viernes, 19 de abril de 2013

Maricarmen Colodrero "Casualidad"


Casualidad


Junio 2009

Por el pasillo central del centro comercial se acerca a buen paso y toda pizpireta una joven morena ,de pelo corto,ondulado y lustroso.En su caminar produce un alegre sonido de suave taconeo .
Claro está que ella no va pensando en eso,sino en personas que quiere , o en el recuerdo de una de ellas.Oigamos sus pensamientos: “ Es demasiado pronto para que me acompañe de compras,eso puede ser para un hombre un verdadero tostón y no estoy dispuesta a desagradarle en nada.Si mamá viviera andaría yo consultándole , pero eso no es posible….
Casi un año de relación y seis meses manteniendo intimidad…. En eso como en todo lo demás congeniamos perfectamente,él tiene un buen porvenir  y estoy felíz .Estoy segura de que ella me diría: “ cuando se encuentra el amor hay que cuidarlo”.
Está entrando con decisión en una perfumería ,le parece que es ella la única clienta y se dirige derecha al mostrador.
-Buenass tardes.Un frasquito de Poissón ,por favor.
Está tan contenta que le dan ganas de bromear con la dependienta acerca del “veneno,que es lo que significa “poissón” en francés.Pero a la vez que su propia voz  cuando ha pedido el perfume se ha oído la voz de otra mujer, diciendo lo mismo
A su lado, un poco hacia atrás de ella , hay una joven , más o menos de su edad,con una melena lisa rubia y unos bonitos ojos azules.
Las dos se miran divertidas .Sus rostros se han iluminado  con unas simpáticas sonrisas.
La dependienta vuelve , también sonriente, con las dos cajitas de perfume.
La rubita, impulsivamente, pregunta:
-¿Tiene crema de manos de la que ustedes envasan?
Sonia, alegre y sorprendida, con un brazo en jarras se ha vuelto hacia ella .
-¡Pero si eso es lo que yo iba a pedir!
-Que fuerte –comenta admirada Mirian- esto desdeluego no pasa todos los días.
-Tengo más cosas que comprar por ahí,va a sobrarme tiempo.Te invito a una Coca Cola y charlamos –dice Sonia.
-Si, pero la que invita soy yo –contesta Mirian- porque en la tienda de al lado he dejado a un amigo y no es justo que tengas dos invitados.
Animadísimas y enzarzadas con el incidente, discutiendo quien invita a quien, no ven a un joven que sale a toda prisa de la camisería y se da de frente con ellas
Los verdes ojos del hombre expresan gran sorpresa e inmediatamente vacilación, mirando a las dos de hito en hito.
-Pero Daniel ¿Qué haces aquí?. –ha exclamado la del pelo corto.
-¡Anda! ¡Pero si se conocen!. –dice divertida la rubia.
Ahora es Sonia la que lleva la vista de la una al otro.
-Pero esto quiere decir…o sea que vosotros dos –balbucéa.
Viendo que el color de Sonia y su expresión están cambiando,Daniel, al que se le están poniendo los ojos tristes, mientras pequeñísimas gotas de sudor aparecen en su frente , trata de parar lo imparable.
-Estás equivocada. Escúchame por favor.
-Sólo somos amigos   -interviene Mirian.
Ahora ya, Sonia está acalorada y levanta la voz.
-¿Qué clase de amigos? ¿Con derecho a roce ,como tu y yo, Daniel? –clavando en los ojos de él una mirada furibunda.
Los otros dos se miran reprimiendo a tiempo una sonrisa inadecuada.
-No,no.¡Que va!.
-Os ruego a las dos que hableis más bajo, o nos van a hacer corro.
-Pues , mira para evitaros problemas,yo me voy ahora mismo
Sonia inicia la maniobra de huida, pero la mano de Mirian la  sujeta por la muñeca.

-No.No te vayas.No me hagas esto .O pensaré que soy la culpable de todo.Deja que te lo expliquemos.
De la tienda de discos llegan los sonidos de una canción: “Dicen que tienes veneno en la piel…dicen que eres de plástico fino…dicen que tienes un tacto divino”.
Se diría que con la presión de los dedos de Mirian, a Sonia le han inyectado un tranquilizante, porque la actitud de su cuerpo ha cambiado y ya no echa chispas por los ojos.
-Es una amistad antígüa-diceDaniel, aún pálido.
-Inseparables en el Instituto corrobora Mirian.  
-O sea, estamos hablando de hace unos diez añoss ¿Y me tengo que creer que no ha habido nada entre vosotros durante ¡diez años!?-pregunta con sonrisasarcástica , Sonia.
Mientras en el rostro de ella se inicia un nuevo y fuerte rubor,en el de Daniel aparece una palidez creciente y lo que eran gotitas se convierten en arroyuelos.
Los presuntos inculpados se consultan con la vista.
-çcuéntaselo todo, a mi no va a querer escucharme.
-Yo te habría escuchado antes y en mejor lugar.
-Bueno …la cosa es queéramos tan inseparables que todos creían que éramos novios.-relata Mirian, bajito pero sin retirar sus ojos de los de Sonia- tanto es así que nosotros mismos llegamos a creérnoslo.-NadamNi un beso ni un toqueteo.Esto con quince años.-El tono de la morenita es descaradamente irónico y él no se atreve a mirarla.
-Voy a decirte toda la verdad y nada más que la verdad.¡claro que intentamos experimentar!-Mirian baja más la voz- llegamos a acostarnos un par de veces ,pero éramos un desastre.Aquello no tenía nada que ver con lo que habíamos oído,así que desistimos del noviazgo y conservamos la amistad.
-Entonces fue cuando murió tu hermana.
-Y al año siguiente se separaron tus padres,Dani.
-Gracias a la ayuda de Mirian pude soportar todo aquello.
-Y yo gracias a la de él.Tan grande fue el apoyo mutuo que ambos logramos pasar de curso.
-Y así lo que había sido un escarceo de adolescentes , se convirtió en un amor platónico .¿No es eso?-añade Sonia, muy seria , dedicando a los dos unas miradas de duda , con ojos acuosos.
-No es, ni mucho menos, como tu lo planteas-responde Daniel, mirándola esta vez directamente.Nos vemos tres o cuatro veces al año.
-Cuando necesitamos una ayudita psicológica –añade la rubita.
-Claro. Y tu, Daniel,necesitas justamente en estos días una ayuda psicológica. Bueno chicos….Y en especial te lo digo a ti, Daniel.Todo esto me lo tengo que pensar muy pensadito.
Y sin decir más , les dio la espalda y se alejó de ellos a paso vivísimo.
Hubo mucho trabajo para los móviles durante esa semana y muchos cuelgues para Daniel.Pero poco a poco debido a las artes diplomáticas de Mirian,y también a su agradable voz,así como no se sabe que influencia pacificadora ,que la personalidad de la una tenía sobre la otra, Sonia accedió a una reunioncita con merienda en casa de Mirian.
Los primeros momentos de tensión y cortedad, se vieron substituidos por ojos esquivos aquí y suplicantes allá.
Mirian les sentó en el sofá, a lo que los dosasintieron dócilmente.La anfitriona  se dio prisa en dejarles solos hasta que, en sucesivas idas y venidas, sus amigos entraron en fase de almíbar
La tarde transcurrió agradablemente, por parte de los tortolitos con frecuentes muestras de afecto hacia Mirian, ninguno de los dos quería dejar de decirle cuánto era su agradecimiento.
Pero no era sólo eso lo que les hacía sentirse tan a gusto.Era como si hubieran recuperado una madre cariñosa.Por su parte la joven albergaba la emoción de que de una sola vez tenía de nuevo a la hermana perdida y al amigo, por el que ahora sentía una ternura mayor
Hubo más meriendas de los viernes y  luego unas semanas en que por diversas circunstancias no se celebraron.
Corría el mes de Julio.Sonia y Daniel habían hecho el amor durante la siesta.Era viernes.
Aún abrazados la joven preguntó : ¿Qué será de Mirian?. Me acuerdo mucho de ella , la quiero mucho.
Lo mismo me pasa a mi- le dijo Daniel , besándola suavemente-.¡Me alegra tanto que no tengas celos de ella!.-¡Soy tan feliz, Dani, teniéndoos a los dos. ¿Y si nos vamos a ver si está en casa ¿.
Encontraron a Mirian en pijama. El sofá de tres plazas del salón estaba abierto y ,sobre él,en discreto desorden: un cuaderno, un bolígrafo,varios discos, un libro…
-¡Qué alegría que hayais    venido ¡. Voy a recoger y a cerrar el sofá.
-¡Ni hablar! Ahí retrepadítos los tres vamos a estar de fábula –dijo Sonia.
-Vais a pasar calor y vuestras ropas quedarán hechas un asco.Venid conmigo al armário.O ¿Os da vergüenza quedaros en “desabillé” delante de mi?.
-¡Que va!.
-¡Venga ya!.
-Lo difícil va a ser encontrar algo para Daniel.
-A Sonia vístela como ella se deje, pero veremos de qué quieres disfrazarme a mi…
Hubo para los dos, porque del fondo del armário salió un pijama de caballero.
-Creíamos que no tenías secretitos ,este pijama no es de tu hermano,porque no lo tienes –reía su amigo.

La respuesta muda de Sonia fue pasar un brazo sobre los hombros de Mirian y darle un beso en la cara.
Instalados en aquelsofá ,que realmente resultó ser un trinéo en el que los tres se deslizaban por una suavísima pendiente,pasaron varias tardes de viernes, viendo películas , ya vistas, pero que ahora les parecían mejores o más divertidas.Menudeaban besos y caricias amistosas. Lo mismo Sonia reposaba su cabeza en el hombro de Mirian, como esta lo hacía sobre el de Daniel.
En definitiva eran como tres huérfanos que, por fin, hubieran hallado un nidito caliente y protector en el cual estaban seguros y felices .
Transcurrieron así las semanas y se hicieron asiduos a las veladas de los viernes.Para los tres era lo mejor de la agenda semanal.
Siempre hay en la vida un momento crucial , que marca un pequeño cambio que luego resulta ser grande.
Las dos jóvenes se habían quedado dormidas aquella tarde; el brazo de Mirian por debajo de la cabeza d
Sonia y la mano izquierda de esta reposando sobre la cadera de su amiga.
Al lado de las dos montaba guardia Daniel , que estaba viendo los deportes con el sonido quitado , pero que de vez en cuando leía ,si lo del televisor no era interesante.
Ocasionalmente, el hombre las miró y le parecieron una estampa lindísima .Las dos juntas se le antojaron el colmo de la belleza y la placided.
Él agachó la cabeza para dar un beso en el hombro desnudo de Sonia, lo hizo con los ojos cerrados,pero al abrirlos estaba muy cerca también de Mirian y no pudo evitar ver parte de su escote y aspirar su aroma ,que era el de las dos.Entonces fue cuando sintió, como un mordisquito en su alma, la añoranza del cuerpo que, tan infructuosamente, hubo acariciado en otro tiempo.
Se despertaron las chicas,poco a poco, desperezándose con movimientos flexibles y placenteros.
-¡Fuera este sopor!-exclamó Sonia,dirigiéndose hacia el tocadiscos.
El vinilo que puso era una selección de temas ya antígüos .Para empezar unas canciones moviditas de Ray charles.Las dos mujercitas estaban disfrutando de lo lindo y el joven las miraba de vez en cuando, haciéndose el distraído, aunque otra le iba por dentro.No se había recuperado de su reciente e inquietante impresión.
Pero el tono de las piezas cambió:
“No.No te vayas, has de saber mis pensamientos. No.No te vayas.Debes saber lo que yo siento.No puedes dudar de mi”
Las dos se mueven acompasadamente pero separadas.Mirian acaricia con ternura la mejilla deSonia, que en el siguiente momento está ya abrazada a su amiga.
Daniel no soportó más de un par de canciones.Se levamntó y se unió a ellas abrazándolas también.
¿Quién de ellos tomó la iniciativa?
Es imposible saberlo.A la carícia de uno de los tres seguía la respuesta de los otros dos.
Estaban llenos de amor,el placer lo fueron descubriendo sin apenas darse cuenta. Aquellas sensaciones deliciosas se fueron apoderando de cada uno y ninguno pensó que en ello hubiera nada perverso.
Así vivieron un par de años,repletos de amor y ya no éran sólo los viernes.
Toda aquella felicidad desapareció en el instante en que , aquel animal, cuando daba rápidamente marcha atrás, mató a Mirian que cruzaba un paso de peatones con el semáforo en rojo.
Este podría haber sido un final impactante, pero, aunque la realidad suele superar con creces las imaginaciones más efectistas,lo cierto es que el desenlace fue vulgar:  Mirian conoció a otra persona,en cuya presencia,e  incluso en su ausencia, se sentía absolutamente dominada por el más irrefrenable de los deseos.



lunes, 15 de abril de 2013

Maricarmen Colodrero "Imágenes subterráneas"


 Imágenes subterráneas

Abril 2013.

Es una hora de poco tránsito, escaleras y pasillos están en silencio a no ser por el zumbido y traqueteo de los descensos mecánicos.
En ciertos puntos se notan corrientes de aire que traen y llevan un desagradable olor a alcantarillas. Comienza a oirse una vivaz música de violín, su volumen se va incrementando a través de un pasillo recto. En el ángulo interior de la esquina un joven mal vestido ejecuta con algunas notas disonantes la Pequeña serenata nocturna.
El pasillo dobla a la derecha para desembocar en el andén, antes del cual hay otras escaleras por las que sube un hombre  renqueante.
Entre las dos vías hay instalada una pantalla que muestra imágenes de la moda del momento. La voz que sale de ella produce un bisbiseo que hace difícil la comprensión .
Una mujer de mediana edad se va acercando por el andén. Va hablando por un teléfono móvil con la vista en el suelo.
-¿Y que quieres que haga, a ver?.No voy a dejar a mi padre con la cocina inundada. Es una emergencia.
Se oye débilmente una voz de hombre que debe estar gritándole. Ella responde.

Eres su padre y no te vemos el pelo. ¡Alguien tendrá que ir a buscarle al colegio!
Hay una nueva interrupción que hace más audible al hombre al otro lado de la línea.La mujer contesta hablando a gritos
-Desde que nos hemos separado, ¿Te he pedido alguna vez algo?. Sólo tienes hasta el colegio tres paradas de autobús. Es tu hijo y yo estoy en un verdadero apuro.
La mujer está excitada y agita la mano libre con gestos que parecen dar ritmo a sus palabras.
Pero su voz ya no se escucha, ahogada por el estruendo de los dos trenes que van a coincidir en la estación.
El enorme gusano metálico se desliza desde la negrura del túnel aminorando la velocidad, acompañado de resoplidos similares al despegue de un avión.
Llega el convoy del otro andén y, por un momento se superponen los chirridos y sonidos agudísimos.
El vagón no está muy concurrido.
Con la rapidez de una tromba sale un hombre de piel oscura acompañado de un acordeón.
En el banco de asientos situado enfrente y a la izquierda, una joven, a la que la melena le esconde el rostro, teclea sobre un portátil.
En la misma línea, pero más adelante del tren, una pareja de mochileros en equilibrio se abrazan y morrean a placer, bajo la mirada desconcertada de una sesentona que ha decidido cambiar de asiento para no verles.
Hacia la derecha, al lado de las puertas recién cerradas están un hombre y una mujer .
-Así no podemos seguir – dice ella-, el pelma de tu hermano está empezando a sospechar.
-Te estás comiendo el coco sin necesidad. Mejor que yo no hay nadie que le conozca. Y te digo que tu marido está en Babia.
-Lo que yo te diga….Lo civilizado es que pongamos las cartas sobre la mesa y me separe de él. ¿o, es que ahora me vas a fallar….?.
Al hombre le suena el móvil. Mira el número y le dirije a la mujer una mirada significativa de que es respectivamente su marido y hermano.
-Estoy en la línea seis. He quedado con un amigo que, creo, tiene un asuntillo para mi.
A pesar de los diversos ruidos ambientales, es como si se abriera un hueco profundo de silencio.
-Vale… luego lo hablamos –finaliza él la conversación telefónica.
-¿Lo ves?. Está mosqueado – comenta ella.
-Ya veremos, mujer, no hay que precipitarse….
En la siguiente estación sube un ciego de mediana edad que no se sienta, sino que se queda al lado de las puertas.
La pareja que dialogaba se baja en la estación inmediata y el vagón queda ocupado sólo por los amorosos jóvenes que no cejan en su empeño, por la sesentona, la joven sin rostro y el ciego, el cual se apea tres estaciones más adelante.
El invidente deja a su espalda las puertas del vagón y anda hasta tocar la pared, Va tanteando con la pared a la derecha y cuando lleva andados unos metros se detiene y empieza a tocar con las manos el muro.
Por la escalera que viene de un pasillo paralelo a las vías, aparece una joven de aspecto algo raro: Una falda a media pierna muestra el evidente deterioro de la prenda. Va calzada con sandalias atadas como los romanos y cubre su busto con un top no muy limpio que deja al descubierto su estómago.
Tiene la mirada vidriosa y sus movimientos son algo inestables.
-O oye, señor, ¿Qui quieres que te ayude?.
El ciego a retrocedido un paso, probablemente porque la chica despide un  olor a alcohol.
-Estoy buscando el dispositivo de comunicación con los de seguridad.
-¿El dis dispositivo de qué…?.
-No se preocupe seguiré buscando, o quizá llegue otra persona. Gracias.
-¿pero, dime que te pasa, tío, te has perdido? – interroga la chica esbozando una sonrisa conmiserativa. Fíate de mi hombre… conozco bien el Metro.
El ciego intenta continuar su tarea de reconocimiento pero la joven le agarra del brazo.
-De déjame ayudarte, hombre. No so soy mala persona.
-Me he equivocado de estación. ¿En cuál estamos?.
-Vía Carpetana. ¿Dónde qui quieres ir?.
-A Puerta del Angel, tengo que cambiar de andén.
- Pues agárrate a mi y déjate lle llevar.
Él intentaba no darle conversación, pero ella empleó los diez minutos de periplo por los pasillos para contarle lo dura que era su vida.



FIN

sábado, 13 de abril de 2013

Juan Carlos Coronel "Rostros anónimos"


ROSTROS ANÓNIMOS

   Al igual que todos los Jueves, tomo el metro en la estación de Legazpi, me dirijo a Chueca, para asistir al taller de Juan Carlos. Hoy
he pensado, que no estaría mal, fijarme un poco en las personas que hacen el mismo viaje que yo, para ello he dispuesto la filmadora
que compre hace un par de años, bajando la escalera mecánica, compruebo el nivel de la batería, 90%, me da desosobra.
   El luminoso, indica 3 minutos para la llegada del próximo tren, la gente esta alineada esperando, como un pequeño ejercito en forma-
ción. Llega el metro, se abren las puertas, y dos o tres personas descienden, una mujer gruesa, sin respetar la consigna “antes de entrar dejen salir “ toma por asalto el único asiento libre.
   Aprieto el botón rec, lo primero que capta el objetivo, son dos hombres de mediana edad, con sendos maletines , que conversan sobre la situación del país
- Mira, lo que esto exige es un gobierno de concentración nacional
- Pon tu de acuerdo a Rajoy, Rubalcaba, y Cayo Lara
- Entonces mejor un gobierno de tecnócratas
- Lo mejor sería que Merkel dejase de dar por el culo.
   Sentados en los asientos contiguos, ella encima de él una pareja se arrulla, las dos mujeres que están frente a los jóvenes, los contem-
plan, la expresión de sus caras, es una mezcla entre el reproche y la envidia. Dos hombres vestidos con ropas de trabajo, discuten sin
acaloramiento.
- Cuatro balones de oro lo avalan
- eso esta amañado, se los dan a él porque da buena imagen, un chico bueno
- Claro y cristiano es el chico malo ¿verdad ?
-Pelin chulo si que es no me lo niegues
-El que es un chulo es Mou, ya podría aprender de Vicente, un caballero
-Quien es un caballero es mi paisano Iniesta, mira que le dan cera y jamás protesta
-En eso te doy la razón, el mejor jugador de Europa sin duda.
   En Embajadores, entra en el vagón, un muchacho joven, armado con una caja de ritmos empieza a destripar el hermoso tango “Volver “, seguidamente, nos tortura con su particular versión de “ La cumpa
rsita “, algunas personas depositan unas pocas monedas en un vasito de plástico.
   Dos niños pequeños, berrean de forma atronadora, sus madres, charlan animadamente, de vez en cuando les amonestan de modo poco eficaz,
- Raquel no molestes al señor, bajar la voz
- Pues mira nosotros tenemos pensado viajar a Praga, creo que es una ciudad de ensueño.
-Pues chica Manolo y yo hemos alquilado un apartamento en Calpe 15 días de playa, a los niños les va a venir fenomenal
-Rafa y yo preferimos ver mundo, la nena la dejamos con los abuelos, ellos tan contentos y nosotros a disfrutar.
- Ten cuidado con el disfrute, no vaya a ser que le deis a Raquel un hermanito...
- Sin problema hija, el DIU funciona a las mil maravillas.
   Sol es un constante ajetreo, de entradas y salidas, la fauna que al inicio del trayecto poblaba el convoy, a cambiado radicalmente,
un grupo de ingleses, ocupa el centro de atención, sus cámaras digitales, y su estrafalaria manera de vestir, bermudas, y pantalones pira-
tas, parecen el uniforme de aquella tropa. Una joven levanta la cabeza,para mirar a los turistas, vuelve de inmediato a sumergirse en la lectura.
   Hago el trasbordo en Callao, en la línea cinco, viaja menos gente, nadie atrae la atención del objetivo de mi cámara unos azulejos azules, me avisan, llegada a Chueca, apago el aparato, e inicio el camino de salida, atrás queda el bullicio del metro, las conversaciones cruzadas, y ese ambiente especial que hace del metropolitano madrileño un lugar digno de estudio.


FIN,




miércoles, 10 de abril de 2013

María Dolores León "Inexplicable, inexplicable"


                                               INEXPLICABLE, INEXPLICABLE
                                                       María D. de León
                                                      Madrid, 11.04.13
            Una brisa cargada de azahar  y jazmín hace ondear  mi túnica de gasa turquesa.  La melena tanto tiempo anhelada,  lisa y cobriza,  hasta la cintura, ondea  movida por el leve viento.  Levanto la cara hacia la luz: reflejos dorados enriquece los   matices de la piel y del tejido. Me gustaría una flor para el cabello.  Un lilium amarillo aportaría un contrapunto de color muy favorecedor. ¿Existirán en esta tierra de esmeralda?
            Desciendo  unas escaleras empinadísimas sin pisar los peldaños, a penas rozo los  cantos, como si me deslizara por una rampa invisible.  Sin duda así debe moverse el hada del Viento del Este. Lo más divertido resultan las vueltas: apoyando una mano en la
barandilla, salvo el descansillo de un salto.  Me siento tan ágil que no me pesan los kilitos ganados. Debe ser el aire tan puro; le tengo que decir a Juan que nos vendría bien venir con los niños. Me encanta la paz que se respira,  renueva el alma.
            Oigo voces y  pasos…  ¿Será posible? Me parece ver por allí, paseando del brazo,  a  Carmen y  a Manuel. Habrán venido a reponerse tras el accidente de aviación. .  ¡Que alegría…! Voy a darles un abrazo.  Diría que muestran una espléndida forma , sin aparentes secuelas físicas. Les  he tenido algo olvidados. Y… ¿dónde están? Se han esfumado; si se trataba de ellos, nos volveremos a encontrar por aquí: esto parece el paseo más transitado.  La gente transcurre lenta y con sosiego, luciendo vestiduras en  colores sutiles y elegantes. Me encantan los malvas y los índigo sobre todo: emiten ondas de  armonía y paz. Mas adelante me gustaría  entablar conversación con alguien. Aprecio en ciertos rostros rasgos familiares.
             La atmósfera  límpida y estimulante me impulsa a moverme,  a explorar. Nunca me había sentido tan vital. Hasta diría  que se me ha mejorado la agudeza visual. Como si no acabara de creerlo, no  me canso de repetirme el bienestar que me embarga en este lugar.  No debe ser muy conocido, porque nadie me había  hablado de semejante paraíso.  
             Sin falta,  tenemos que organizar una excursión. El pensamiento  vuelve a Juan: ¿le gustará mi nueva imagen? Seguro.  Siempre me dice: “Amor, deberías vestir exclusivamente de turquesa; es el color que más te favorece…”. ¡Es más rico…! He tenido mucha suerte; me comprende, me hace muy feliz. Gracias a su apoyo y  sacrificio me he realizado en mi carrera.  Sin complejos se ocupa de los niños y de la casa. ¡Me estan entrando unas ganas de abrazarle…! Tranquila, chica, si le acabas de ver en el desayuno… Cierto, pero   una necesidad imperiosa  me empuja hacia él. Percibo que también él piensa en mi con intensidad y desesperación.  Pobrecito mio, no quiero hacerle sufrir, debo dejar de juguetear como una adolescente y retomar mis responsabilidades. Volveré a repetir la escapada. ¿O no ha sido tal?
           
             Un golpe, chasquidos, dolor en los costados, pesadez…  Una mano aprieta fuerte la mia; no se da cuenta de que me hace daño. ¡Vaya un recibimiento!
            -- Ya vuelve, ya vuelve…
            La voz suena vacía de sentimientos;  pertenece a un hombre.

            -- Gracias a Dios. ¡Cariño, cariño..! ¿Me puedes oir? ¿ Cómo estás?

            Es Juan.

            Abro un ojo a penas;  lo clausuro de inmediato. Aquella luz fría me taladra el cerebro. El  perfume a flores ha sido sustituido  por  otro a desinfectante, nada sugerente. Me llevo la mano libre a la cabeza embotada: los rizos cortos se desparraman por la almohada.
 Al respirar  me duelen a rabiar  las costillas; el vendaje que las oprime es la única tela que me cubre . Un gato se ha debido ensañar con  la garganta: imposible hablar ni tragar.  ¿Dónde me han traído? No me gusta, quiero irme de nuevo.
            Juan me habla:
            -- ¡Amor, que susto me  has dado...!
           
            No me explico el tono de patetismo: sólo fue  una inocente escapada.
            El hombre  vacío  de sentimientos se empeña en informarme.
            -- Señora ha tenido suerte: su marido le ha roto tres costillas,  pero le ha salvado de morir asfixiada. Le hizo expulsar un trozo de …
           
            El individuo no se da cuenta de que no le escucho. Juan , no me gusta este sitio, vámonos. Quiero mostrarte un sitio maravilloso. ¡Vámonos los dos! De momento los abuelos cuidarán  de los niños…
             Por fin, ha entendido mis súplicas mentales.  Se inclina para besarme los labios; su cuerpo se apoya  sobre mío.

            Juan, arrobado, admira mi apariencia de Hada del Viento del Este. Él,  todo de blanco, me rocía de amor y bondad. Enlazados  por la cintura le guio  hacia las escaleras de mi primera experiencia en esta tierra esmeralda. 

            No les llega la voz vacia de sentimientos:
            --  Inexplicable,  dos infartos simultáneos;  inexplicable,  inexplicable…


           

            --   

domingo, 7 de abril de 2013

Juan Carlos Coronel "El homenaje"


EL HOMENAJE

   Un sendero de arena y grava, nos acercaba a la puerta de hierro forjado, a ambos lados de la misma, un muro de piedra envejecida.
señalaba los limites del chalet de Maximiliano Armenteros. Sobre la verja férrea un cartel , negro sobre blanco, en el que podía leerse,
“ Villa Soledad “, un hombre grueso, vestido con uniforme, descorrió el cerrojo y me franqueo el paso.
   Al fondo de un amplio jardín, se apreciaba la vivienda, dos plantas, tejado de negra pizarra, enorme piscina, y porche, en el que se es-
tacionaban los lujosos autos del anfitrión y sus invitados.
   Recibido por Maxi, con un cordial saludo, fui presentado a los invitados a aquella fiesta, algunos conocidos, de algún programa del
corazón, y la mayoría compañeros de la empresa. Una larga mesa, vestida con impecable mantel blanco,presidía la entrada, varias botellas de Albariño, Ribeiro y Verdejo, estaban dispuestas para ser consumidas por los comensales. Tomándome por un brazo, Maxi
me acerco a un pequeño grupo, y me presento de forma pomposa.
- Os presento a Charly Coronado, mi mano derecha, sin el cual mis proyectos no saldrían a la luz. Sentaos, enseguida comienza el almuerzo.
   Nos distribuimos alrededor del rectángulo, a mi derecha se acomodo, una joven, rubia de frasco, que lucia blusa de seda blanca,
con un escote que parecía no tener fin, rodeando su cuello, una fina cadena de oro, que se perdía al final del escote. Los camareros, empezaron a servir los platos, Langosta, Bogavante, Ostras, y percebes gallegos, compusieron el aperitivo. Después una monumental parrillada. Los blancos españoles, fueron sustituidos por tintos franceses, a los que nadie puso reparo. La mesa se fue animando, las conversaciones se entrecruzaban, la rubia ubicada a mi derecha, manipulaba con destreza bajo mi cinturón.
   Servidos los postres, Maxi se levanto de su asiento, tomo su copa rebosante de champagne, y nos dirigió unas breves palabras.
-Queridos amigos, deseo que este evento sea de vuestro agrado, si lo deseáis, podéis descansar, hasta la hora de la sorpresa final.
Las habitaciones, están a vuestra disposición.
   La rubia y yo decidimos quemar unas cuantas calorías, con una completa tabla de placenteros ejercicios, dos horas más tarde bajamos de nuevo al jardín.
   En la cabecera de la mesa, Maxi, cortaba con suma habilidad, fracciones de un polvito blanco, que ofrecía a los que lo deseaban,
Transcurridos unos minutos, dos camareros, colocaron sobre la tablazón, una impresionante bandeja, cubierta por un papel de plata,
Maxi pidió silencio, levantando los brazos al aire, desenvolvió cuidadosamente, el papel, surgió del envoltorio, transformado en pas-
tel, el último edificio diseñado por él. Aplausos atronadores de la concurrencia, se comenzaron a distribuir has raciones.
   El anfitrión tomo la cúpula del edificio, comenzó a degustarla, de pronto, un ataque de tos, algunos nos acercamos a golpear la espalda del arquitecto, la tos seguía aumentando, alguien intento introducir los dedos en la boca del hombre, tambado en el suelo, Maximiliano Armenteros se convulsionaba, como si recibiese descargas eléctricas, las sirenas de una ambulancia. regaron el silencio,
dos sanitarios se acercaron al hombre que yacía en el suelo, tras 30 minutos de ejercicios de reanimación. cubrieron el cuerpo del se-
ñor Armenteros, con un envoltorio dorado.
   A la mañana siguiente, la presa de hacía eco de la noticia, Maximiliano Armenteros mure por asfixia en una fiesta privada. Cientos de fotografías, sacadas con los teléfonos móviles, ilustraban las portadas de revistas y periódicos, algunos amigos del arquitecto sacaron
buen provecho de la fiesta.


FIN

 


miércoles, 3 de abril de 2013

María Dolores León "El perfecto confidente"


                                   EL  PERFECTO CONFIDENTE
                                            María D, de León
                                          Madrid,  03.04.13
           
            De lejos advirtió un hecho que le produjo gran perturbación: su banco estaba ocupado.
            -- La gente   ha perdido el respeto por el uso y las costumbres ajenas.  De todos es sabido que ocupo ese lugar de 12 a 14 horas.  Esta palomita y su pichón van a desalojar en seguida.

            Pérez y López ,solía hablar a media voz, para sentirse menos solo.  El anciano que pasaba en ese momento se detuvo, miró el reloj y le replicó: “Faltaría más, en seguida le informo de la hora.  Son  las 12.10”.
Sin inmutarse Pérez y López  introdujo la mano en la  bolsa verde y extrajo un tetrabrik  de vino. Tendiéndoselo repuso: “Justo la hora de echar un traguito”
Pretextando una tensión altísima y el colesterol por las nubes el hombre declinó la invitación. Cada cual retomó su andadura.
            A pasitos cortos y vacilantes trataba de alcanzar su  meta. El envase en la mano y el anchísimo abrigo hasta los pies le imprimían  una  majestad  de rey de copas.
  Desde el accidente todo se le había borrado, no obstante, por hábito, sin duda, mantenía un  porte digno. En el grupo de alcohólicos se murmuraba que había sido magistrado, corrupto, pero magistrado .Se le incapacitó hasta para ir a  la cárcel.
            El   abrigo/toga castigado por años de soles y lluvias se había rendido; dejó de luchar por mantener  el negro de origen y se avino al pardo oliváceo con toques de ala de mosca. A pesar del porte erguido, Pérez y López, había perdido estatura y por detrás la prenda a veces hacia quiebros de bata de cola.

            La joven del  cochecito de bebé estacionado ante ella, vigilaba con recelo  al individuo que la enfilaba. La melena  a mechones  apelmazados de un gris verdosos le provocaba picores en todo el cuerpo.  “Dios mio, haz que se aleje de mí.”, recitó con devoción  para sí.
            El exmagistrado, ajeno a la invocación, había llegado a su destino sin contratiempos.  La  saludó con cortesía y  sin rencor por la intrusión en su banco. El  sobrio “¡Güenasss!” no obtuvo respuesta. “Es que hay dias en que uno no hace carrera de la jodida lengua…” murmuró en un tono  que sonó a carraspeo.
            Inició  el  ritual de la colocación de los pertrechos: la bolsa de plástico verde  a la derecha, marcando frontera con  la “okupa”; el bote para los óbolos enfrente, en el suelo a una distancia que le permitiera estirar las piernas; al lado el  cartón con el mensaje.  La actividad le había dado calor y sed. Desabotonó el sobretodo y  se despatarró luciendo  canillas a tono de la prenda; las botas desvergonzadas sacaban la lengüeta.  Recuperó el valdepeñas  y se dispuso a saborearlo.
            La  mamá, sin fuerzas para levantarse había seguido con angustia creciente los manejos del recién llegado.  Ya  veía el ataque invasor de insectos que huían   de semejante   pelambrera buscando sangre fresca.  Invocó de nuevo al Altísimo sin resultados aparentes: aquel hombre había llegado para quedarse.  Emprendió  una serie de medidas de prevención básica: bajó la capota del bebé, se  encasquetó hasta las cejas el gorro y  subió la cremallera que precintaba el  chandal  de Carolina Herrera todo en malva. Esperó reponerse  abanicándose la nariz con la mano y de paso dar a entender al impresentable  que su hedor  la estaba mareando.
            Pérez y López dedujo que la joven también estaba acalorada.   
 Mostrando  una encía  escasa en piezas dentales, le  tendió el tetrabrik previa limpieza del orificio con  una mano que parecia robada a una momia.
-- ¿Gusta, joven..? Hace calor ¿verdad?

            Como una ballesta se  proyectó hacia arriba, tiesa  y airada.  Con paso elástico huyó empujando el carito no sin antes  lanzarle  al bote  un “¡Borracho!”. Por desgracia no atinó y la limosna  fue dando botes
hasta   un excremento de perro pequeño.
            Pérez y López  brindó por la tenencia en exclusiva  del banco.  Un pensamiento recurrente le afloró otra vez: “Esta gente instalada en el sistema cree que todavía existe el derecho de pernada”. Nunca venia a cuenta, pero se lo oyó a alguien y le había gustado.
             El entorno despejado aseguraba la discreción en cuanto a las confidencias a su distinguido amigo. En el tono habitual inició la conversación.

-- Por fin solos., mi dilecto amigo. Estaba ansioso por presentar a su sabio criterio las novedades.   No sé si habrá reparado en la renovación  llevada a cabo recabando participación ciudadana para mi mantenimiento. Me parece parco y de mucho calado. Ya conoce usted el dicho popular: “lo bueno si breve, dos veces bueno”. Se lo leo por si  no alcanza a verlo: “Pobre borracho terminal - Próstata fatal”.¿Qué le parece?
  ¡Calle, sé lo que  va a decir! A mi mismo, al escribirlo me impresionó; hablando en román paladino: “me acojoné” y usted perdone la rudeza de la expresión.
  Lo de pobre y borracho es evidente; terminal,  es cosa de tiempo. En cuanto a lo de la próstata, a ver a esta  edad quien no tiene averías en semejante parte.  Menos  las mujeres, claro…  Pues si señor, tengo grandes esperanzas puestas en  la nueva publicidad…
            Me parece Don Pelayo que voy a echar un sueñecito y luego charlamos más.  Le tengo que contar lo del refugio. Tienen empeño en que siga el programa de todo asiliado: ducha; corte de pelo y de uñas, incluidas las de los pies, imaginese; lavado de ropa; taller de manualidades... En caso contrario  emplearan  medidas represoras.
Parecen nazis, pero al revés: quieren amariconar a los indigentes; por ahí no paso. Tengo en alta estima su amistad. Reúne usted las cualidades del perfecto confidente: hablar poco y escuchar mucho.
¡Ah! Y eso de las manualidades solo con las damas….”

            La  risita de conejo  se funde en un amplio bostezo. La cabeza se descuelga contra el respaldo: los ronquidos ahuyentan a los pajarillos de la plaza.  

            El barrendero y el controlador de la hora  de la Plaza de Oriente sonríen señalando el cartelillo rotulado.

-- ¡Qué ocurrencia! No sé como Don Pelayo le aguanta el “rollo” todos los dias a este. Se ha buscado un confidente calladito.

Ríen

-- Como se entere el Ayuntamiento, igual pone una tasa por uso y disfrute del mobiliario urbano, Reyes Godos inclusive..

-- No des ideas. Solo me faltaba tener que contarolar a los “piraos” que aparcan sus reales en esta plaza.  Le voy a echar una moneda por solidaridad  de prostático.

-- Yo también, tio.

Satisfechos los empleados municipales  vuelven a sus quehaceres; faltan dos horas para el relevo.