martes, 18 de junio de 2013

Juan Carlos Coronel "El pañuelo"



               EL PAÑUELO

     Rodeada de fértiles campos de trigo, cebada, maíz, se levanta una casa de dos plantas, solida, bien asentada en el terreno. Una pareja de recién casados habita en ella, el patio delantero, esta cuajado de macetas, la muchacha las cui-
da con esmero. Él trabaja en los campos cercanos, cada año ve aumentada la cosecha, gracias su buen trabajo, y a aque-
lla tierra agradecida.
     Junto a la puerta de hierro, que da acceso al patio, Jana a plantado un limonero, el árbol crece rápidamente, de una
de sus ramas, la muchacha a colgado un pañuelo blanco. Es una señal de bienvenida al nuevo hogar.
     Pasan varios años sin que la pareja tenga descendencia, esta circunstancia, empieza a corroer a Marcelo, lo que más desea, es uno o dos hijos que terminen de colmar su alegre vida junto a Jana. La tristeza se va asentando en el corazón de Marcelo, descuida el trabajo, muchas noches, marcha al pueblo, regresando al alba, con terrible olor a alcol. A su vez, Jana se va entristeciendo cada día más, ve impotente, como su felicidad se va derrumbando, sin que ella pueda poner un remedio. El pañuelo siempre tan blanco sigue ondeando en la rama del limonero.
     Una fría mañana de invierno, al levantarse, Jana llama a Marcelo, no obtiene respuesta, sale a los campos, allí tam-
poco lo encuentra, al fin abre el ropero, parte de su ropa a desaparecido, Marcelo se había marchado. Las lagimas bañan las mejillas de la muchacha.
     Marcelo, se había marchado a la ciudad, trabaja como peón en la construcción de nuevos edificios, en barrios de reciente creación. Al principio lleva una vida alegre y despreocupada, cumplidor en el trabajo, no tiene dificultad en entablar amistad con sus nuevos compañeros, Jana es solo un recuerdo.
     Una tarde, en la taberna cercana a la obra donde está empleado, ve pasar a una mujer, su pelo, su perfil, hasta su
forma de caminar, le traen fresco y nítido, el recuerdo de su esposa. “ mera casualidad “ se dice Marcelo, pero aquella visión, sigue en su cabeza, no logra deshacerse de ella.
     Esa misma noche, escribe una carta, la envía a su antiguo hogar, espera una respuesta que no llega. Vuelve de nuevo a mandar otra carta, y otra, y otra, el dolor y el arrepentimiento empiezan a abrirse camino es su alma.
     En la que él cree será la última misiva, explica a Jana los motivos que hubo para tomar tan drástica determinación,
le habla de su arrepentimiento, de su dolor, le cuenta que en en dos semanas, habrá de pasar frente a la que fue su casa.
    “Jana, si el pañuelo blanco, continua en el limonero, interpretare, que me has perdonado, si no está seguiré mi viaje y nunca más volveré a importunarte.
     Una vez en el vagón, Marcelodeliberadanente, se sienta en de espaldas a la marcha, no quiere ver venir el camino.
Según el tren va avanzando, él va reconociendo lugares, casas, campos, esta a punto de pasar frente a la que fue su casa.
     Se dirige al pasajero que esta enfrente.
-Señor, tras la siguiente curva, hay una casa con un limonero en la puerta, sería usted tan amable de decirme si de una de sus ramas está colgado un pañuelo blanco.
- Claro no se apure.
     Toma el tren la curva, Marcelo ansioso.
- ¿ Esta el pañuelo ?
-No
     Marcelo baja la cabeza, escucha la voz del hombre que le dice:
- Hay más de cien pañuelos blancos colgados de las ramas.



FIN

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