miércoles, 5 de junio de 2013

Juan Carlos Coronel "Nuestro pan de cada día"

     NUESTRO PAN DE CADA DÍA


    En las heladoras mañanas del invierno salmantino, a Saúl le gustaba pasar por la tahona de su padre, antes de ir a la escuela, allí observaba, la manera de trabajar de su progenitor, ver como el pan dormía bajo unos paños, esperando ser introducido en el horno,
antes de ello , el panadero hacía unas pequeñas muescas en las barras, en los panes, en el centro de la pieza, colocaba a modo de divisa,
las iniciales de su nombre, Manuel González.
   Saúl, tenía un sueño, del cual solo había hecho participes a sus dos compañeros de correrías. Soñaba con ser torero, la proximidad al
ganado bravo, despertaron en el muchacho una afición desmedida. En la escuela, compartía aula, con el hijo de un famoso ganadero.
   El chico insistía, una y otra vez, en que se le permitiera asistir a un tentadero, al fin logro su empeño, el próximo domingo iría a la finca
de su condiscípulo. La noche del sábado, apenas pudo conciliar el sueño, empezaba a clarear, cuando Saúl inició el camino, envuelto en una gruesa manta recorrió, los seis kilómetros que separaban su pueblo de la finca, subido en una talanquera, admiro alos maestros in-
vitados, él ganadero, tomaba notas, sobre el comportamiento de las becerras, una de ellas, de capa jabonera, quedo un instante sola en el centro de la pequeña plaza, Saúl salto a la arena, tomo una muleta, y comenzó a desarrollar lo que llevaba ansiando durante tanto tiempo, torear. Dº Alipio llamo al chico, temeroso, con la cabeza baja, el muchacho acudió a la llamada.
- ¿ Como te llamas ?
- Saúl González, soy el hijo del panadero de Aldea Quemada.
- Manolo ¿ verdad ?
- Si señor
- Vente él próximo domingo, me has convencido, tienes madera, voy a echarte una mano.
-Gracias Dº Alipio

   Al llegar a la tahona, su padre lo esperaba sentado a la puerta,.
- Entra, quiero hablarte, siéntate, y me vas a decir de donde vienes, la verdad hijo, donde estuviste.
- En un tentadero padre, en casa de Dº Alipio
-¿ quieres ser torero ?
- Si padre, es lo que más deseo.
   El padre, cojeando ostensiblemente se dirigió a un viejo armario, lo abrió, y llamo al chico, un viejo cartel de toros estaba pegado en el interior de la puerta, encabezaba el cartel un nombre, Manolo González.
- Siempre me has visto cojear, ¿sabes la razón ?
No padre, nunca me lo conto nadie
- Fue esta tarde, en Valladolid, un toro de Aleas me cogió de muy mala manera, los médicos, no pudieron componerme el huso de la pierna.
- Padre yo voy a triunfar, voy a ser figura, se lo prometo.
-Toma, el día que tomes la alternativa, matas tu primer toro con este estoque, yo no pude estrenarlo.
   Inicio su carrera, toreando por pueblos de la provincia, y provincias aledañas, siempre con buenas actuaciones, la temporada siguiente, debuto con picadores, recorriendo, toda la geografía del país. En la feria de Salamanca tomo la alternativa.
   Su primera temporada como matador, estuvo cuajada de éxitos, hasta el punto de fijar la confirmación para la feria de otoño madrileña.
   El toro de la confirmación, no le permitió estar a gusto, lo pincho en repetidas ocasiones, la bronca en la plaza era monumental, caían al ruedo, almohadillas, botes de cerveza, restos de bocadillos, y una continua música de viento, acompañaba, cada intento fallido del muchacho por terminar su labor.
   Refugiado en el burladero, tragándose la rabia, Saúl se mentalizaba para el sexto “ en el próximo me juego la vida “
   No se lo pensó dos veces, tomo el capote y se fue a recibir al toro a la puerta de chiqueros, a porta gayola, el animal probablemente deslumbrado, embistió de manera descompuesta, arroyando, prendió por el pecho al muchacho, lo zarandeo durante unos segundos
que parecieron horas, entre subalternos y monosabios, izaron el cuerpo del muchacho, un chorro incontenible de sangre brotaba de su zona abdominal, segundos antes de expirar en la camilla de la enfermería, se vino a su mente, el olor a pan recién horneado, que le trajo el recuerdo, de su niñez.


FIN
 

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