UNA
CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS
Nelly
C. Piña
María sabía que era
adoptada porque sus padres se lo habían dicho cuando era muy pequeña. Nunca cuestionó su origen, pero asimismo, sentía la necesidad de saber
que razón había llevado a su madre a abandonarla. Algo muy fuerte la habría
obligado a hacerlo.
Con un profundo
sentimirnto de orfandad transcurrió su adolescencia. Y, a medida que crecía en
ella la necesidad de saber porqué la habían
abandonado, crecía también el rechazo que sentía por aquella que debía considerarla
como su madre.
Para iniciar sus estudios
universitarios se fue a vivir a la capital. La distancia acentuó la sensación
de extrañamiento de aquel que había sido su hogar, al mismo tiempo que se afirmaba en ella el rechazo por su madre
adoptiva.
Como parte de las
prácticas de la materia que cursaba, se incorporó a un equipo de servicio
social cuyo objetivo era la reconstitución del grupo familiar. Tenía la secreta
esperanza de encontrar a su madre, a pesar de que ya se había dado cuenta de lo
difícil que era.
Un día, como tantos
otros, realizando su trabajo, entrevistó a una mujer con una pronunciada delgadez,
y un rostr ajado y envejecido que
denotaba el exceso de alcohol, drogas y malas noches. Transcurridos unos
minutos, observó o las manos de la
entrevistaada y reparó en el parecido con las de ella. Entonces,
puso atemción en su rostro y vió que la
nariz y la boca también se le parecían. Con gran turbación terminó la
entrevista.
Con los datos recabados
hizo las averiguaciones necesarias y comprobó las coincidencias que había con el
lugar y la fecha, así como con todas las circunstancias qe rodeaban su
nacimiento con el de la hija de la entrevistada.
Una sensación extraña
la invadió. Una mezcla de dolor y alegría; un sentimiento de conmiseración y rechazo;
miedo e incertidumbre ante lo nuevo y desconocido que tendría que enfrentar.
Con esta inquietud en
su alma fantaseaba con el posible
encuentro con su madre. Se imaginaba ese momento en que ambas se abrazarían con
todas sus fuerzas y llorarían juntas de alegría por el encuentro.
Llegó el día de la
segunda entrevista y casi sin poder disimular su entusiasmo inició el diálogo tratando
de sondear la posibilidad de buscar a la hija para el reencuentro. Pero, ni
bien comenzó a hablar del tema, cambió el rostro de la mujer y expresó, con muy
duras palabras todo el odio que sentía por esa hija, causante de su desgracia.
El hombre que ella
amaba que, además de maltrtarla, la explotaba,
cuando se enteró del embarazo le dijo que si quería seguir con él debía
deshacerse de esa criatura. Ella hizo lo que él le pidió. No podría soportar
que él la dejase. Fue por eso que cuando nació la hija, se fue del hospital, abandonando
a la niña. A pesar de eso, al poco
tiempo el hombre la dejó y para ella la vida ya no tuvo más sentido.
Toda las ilusiones
que se había hecho María con el posible encuentro con su madre, se diluyeron en un instante. Como pudo hizo el
cierre formal de la entrevista, al mismo tiempo que cerraba su corazón a la
esperanza.
Sintió una pena profunda
y aunque quería ignorar a aquella que era su madre no logró desterrar ese amor que
tenía por ella. Se sintió culpable por ser la causa de esa vida des graciada
y pensó que debía hacer algo para
protegerla.
Cuando dejó el
ajetreo de su trabajo, un único pensamiento
ocupaba su mente: la había abandonado por amor.
Por la noche no podía
conciliar el sueño reprochándose el no haber reconocido todas las formas con
que su madre adoptiva le demostraba su aamor y se preguntó ¿qué estoy buscando?
¿acaso no es eso lo que hace una madre?
Sintió vergüenza de su proceder y recordó entonces tantos momentos felices que
le habían hecho vivir sus padres adoptivos. Al fin logró dormirse, sintiendo el
olor a pan recién horneado que le recordaba su niñez.
Madrid
6-6-13
No hay comentarios:
Publicar un comentario