miércoles, 5 de junio de 2013

Nelly C. Piña "Una confusión de sentimientos"

UNA CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS                                                                                                                                                                                                                                                                             Nelly C. Piña
 
María sabía que era adoptada porque sus padres se lo habían dicho cuando  era muy pequeña.  Nunca cuestionó su origen,   pero asimismo, sentía la necesidad de saber que razón había llevado a su madre a abandonarla. Algo muy fuerte la habría obligado a hacerlo.
Con un profundo sentimirnto de orfandad transcurrió su adolescencia. Y, a medida que crecía en ella la  necesidad de saber porqué la habían abandonado, crecía también el rechazo que sentía por aquella que debía considerarla como su madre.
Para iniciar sus estudios universitarios se fue a vivir a la capital. La distancia acentuó la sensación de extrañamiento de aquel que había sido su hogar, al mismo tiempo que se  afirmaba en ella el rechazo por su madre adoptiva.
Como parte de las prácticas de la materia que cursaba, se incorporó a un equipo de servicio social cuyo objetivo era la reconstitución del grupo familiar. Tenía la secreta esperanza de encontrar a su madre, a pesar de que ya se había dado cuenta de lo difícil que era.
Un día, como tantos otros, realizando su trabajo, entrevistó a una mujer con una pronunciada  delgadez,  y un rostr ajado y  envejecido que denotaba el exceso de alcohol, drogas y malas noches. Transcurridos unos minutos, observó o las manos de la  entrevistaada y reparó en el parecido con las de ella. Entonces, puso   atemción en su rostro y vió que la nariz y la boca también se le parecían. Con gran turbación terminó la entrevista.
Con los datos recabados hizo las averiguaciones necesarias y   comprobó las coincidencias que había con el lugar y la fecha, así como con todas las circunstancias qe rodeaban su nacimiento con el de la hija de la entrevistada.
Una sensación extraña la invadió. Una mezcla de dolor y alegría; un sentimiento de conmiseración y rechazo; miedo e incertidumbre ante lo nuevo y desconocido que tendría que enfrentar. 
Con esta inquietud en su alma  fantaseaba con el posible encuentro con su madre. Se imaginaba ese momento en que ambas se abrazarían con todas sus fuerzas y llorarían juntas de alegría por el encuentro.
Llegó el día de la segunda entrevista y casi sin poder disimular su entusiasmo inició el diálogo tratando de sondear la posibilidad de buscar a la hija para el reencuentro. Pero, ni bien comenzó a hablar del tema, cambió el rostro de la mujer y expresó, con muy duras palabras todo el odio que sentía por esa hija, causante de su desgracia.
El hombre que ella amaba que, además de  maltrtarla, la explotaba, cuando se enteró del embarazo le dijo que si quería seguir con él debía deshacerse de esa criatura. Ella hizo lo que él le pidió. No podría soportar que él la dejase. Fue por eso que cuando nació la hija, se fue del hospital, abandonando a la niña.  A pesar de eso, al poco tiempo el hombre la dejó y para ella la vida ya no tuvo más sentido.
Toda las ilusiones que se había hecho María con el posible encuentro con su madre, se  diluyeron en un instante. Como pudo hizo el cierre formal de la entrevista, al mismo tiempo que cerraba su corazón a la esperanza. 
Sintió una pena profunda y aunque quería ignorar a aquella que era su madre no logró desterrar ese amor que tenía por ella.  Se sintió  culpable por ser la causa de esa vida des graciada y pensó  que debía hacer algo para protegerla.
Cuando dejó el ajetreo de su trabajo, un único pensamiento  ocupaba su mente: la había abandonado por amor.
Por la noche no podía conciliar el sueño reprochándose el no haber reconocido todas las formas con que su madre adoptiva le demostraba su aamor y se preguntó ¿qué estoy buscando? ¿acaso no es eso lo que hace  una madre? Sintió vergüenza de su proceder y recordó entonces tantos momentos felices que le habían hecho vivir sus padres adoptivos. Al fin logró dormirse, sintiendo el olor a pan recién horneado que le recordaba su niñez.
                                                                                                                                                     Madrid 6-6-13



















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